domingo, 22 de octubre de 2017

Entrenamiento intensivo

                Es muy probable que nosotros no hayamos estado en una situación en la que nuestra fe sea puesta a prueba al límite, y cuando digo al límite me refiero a que nuestra vida sea amenazada por lo que creemos. Cuando pensamos en esa posibilidad, la respuesta automática es como la de Pedro: ¡Yo moriría por el Señor!, pero la verdad es que cuando la vida está en riesgo el instinto de conservación nos hace tomar decisiones que no tomaríamos normalmente. Bien dijo el Acusador acerca de Job (2:4a): ¡Piel por Piel! Cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene para salvar su vida.
                En la Biblia encontramos unos jóvenes que estuvieron entre la espada y la pared, y no duraron dar un paso hacia la espada, metafóricamente hablando, pero no estaban dispuestos a desechar lo que creían para salvar sus vidas. Probablemente ya saben que me refiero a Sadrac, Mesac, y Abed-Nego, y quizá también saben el maravilloso final de la historia.
                La fe de estos muchachos fue puesta a prueba, y su máxima expresión de confianza son sus palabras: “…el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos… pero si no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses…” (Dn3:17-18). Es impresionante ver cómo en una situación de vida o muerte, literalmente, ellos no estuvieron dispuestos a negociar su fe, no intentaron buscar una posición ‘neutral’ o ‘intermedia’, no hicieron ‘tratos’. Ellos sabían que no hay medias tintas, es blanco o negro, no hay más. Ellos mostraron una fe fuerte, sin irrespetar la soberanía de Dios (“y si no lo hiciera”). Ellos sabían que Dios tiene el poder para salvarlos, pero que no está obligado a hacerlo.
                Para manifestar una fe así de fuerte y firme, inamovible, es necesario ejercitarla. Las situaciones sencillas no son un buen gimnasio para nuestra fe, no necesitamos confiar porque dependemos de nosotros, pero cuando las cosas se ponen complicadas y no podemos resolverlas por nuestra propia fuerza nuestra fe se pone en marcha.
                La Biblia nos da una mirada a lo que estos jóvenes experimentaron antes del horno ardiente, pero seguramente su gimnasio de la fe no fue relatado completamente en las Escrituras. Los venezolanos estamos en un entrenamiento intensivo de nuestra fe, cada día, hasta el asunto más sencillo puede convertirse en una sesión de cardio para nuestra confianza en Dios.
                Mi papá hace carreras de 8k, 10k, y medias maratones, y sé que antes de una carrera tiene que entrenar muy fuerte, tiene que subir la intensidad del ejercicio para poder tolerar la carrera y terminarla. Ahora bien, quizá este entrenamiento tan intenso al que estamos siendo enfrentados como venezolanos se debe a que estamos por participar en un maratón y para eso requerimos subir la intensidad del ejercicio de fe que usualmente teníamos.
             Todo esto tiene un propósito: entrenarnos para la sumisión a Dios, una sumisión en la que si somos puestos al límite estemos dispuestos a asumir las consecuencias, aunque nos cueste la vida. Una fe firme necesita un entrenamiento intenso; si vamos a enfrentar una situación crítica como la de estos jóvenes, no lo sé. Por ahora, sólo demos gracias a Dios por lo que él puede sacar de nosotros en medio de las circunstancias de nuestro país; que cuando esto termine nosotros amemos más a Dios, seamos más agradecidos, administremos mejor lo que tenemos, tengamos una confianza bien puesta, en fin, seamos mejores cristianos. 

viernes, 13 de octubre de 2017

Viendo la bondad de Dios

Muchos de ustedes han recibido peticiones de oración por mi salud (Luz Marina les escribe), y es que hace unos meses en un chequeo médico me fue encontrado un quiste de 4 cm de diámetro en mi ovario izquierdo. La doctora me indicó un tratamiento para tratar de disolverlo, pero nos dijo que si no cedía debía ir al quirófano para removerlo.
                Ese día salí de la consulta un poco triste y preocupada, porque como saben, nosotros estamos orando a Dios por bebés desde hace algún tiempo, y esta complicación lo hacía parecer muy lejano. Sin embargo, también pudimos recordar que Dios lo ha hecho antes, que en otras ocasiones hemos podido experimentar la sanación del Señor en mi vida. De modo que compramos el tratamiento, pero sobre todo comenzamos a orar a Dios nosotros y a pedir también a muchos hermanos que se unieran en oración por mi salud. Unos días después nos fuimos a Amazonas para el diplomado con órdenes de regresar al médico a principios de octubre.
                Terminó el diplomado, llegó octubre, y vinimos a Valencia para el chequeo médico que habíamos planeado. La verdad es que durante los dos meses que pasaron desde la última visita al médico crecimos en nuestra confianza en Dios y teníamos mucha paz.
                Fuimos al médico hace una semana y la doctora nos informó que no hay quiste. Creemos que la mano de Dios intervino una vez más, y estamos muy agradecidos del Señor por hacerlo una vez más, por su bondad con nosotros. Porque aunque no tiene que bendecirnos, Él elige hacerlo porque es un Dios bondadoso.

                Gracias por habernos acompañado en oración. Seguimos orando por los bebés que hemos pedido a Dios, esperamos con confianza en la bondad del Señor. 

El Señor protege a quienes lo siguen. Él cuida de quienes ponen su confianza en su fiel amor. 
El Señor los salva de la muerte y los reanima cuando están hambrientos. 
Nosotros esperamos que el Señor nos ayude porque él es nuestro apoyo y nuestro protector. 
Porque lo amamos y es el único en quien podemos confiar. 
"Señor, danos la misericordia que esperamos."  
Salmo 33:18-22

jueves, 12 de octubre de 2017

De regreso en Amazonas

Los primeros días del mes de agosto llegó el tiempo de regresar a Amazonas por un nuevo período de trabajo. Tenemos muchos planes en mente en esta nueva etapa, muchas lecciones aprendidas de la etapa anterior, algunas cosas que corregir para hacerlo mejor, algunas metas que quedaron a mitad de camino, pero sobre todo muchas ganas de seguir viendo lo que Dios está haciendo entre las iglesias indígenas.
                Apenas llegamos a Amazonas comenzamos las clases en el Diplomado en Alfaeducación que tenía una duración de seis semanas. Fueron seis semanas intensas de trabajo para completar la primera fase de esta capacitación que esperamos y oramos a Dios sea muy útil para servir mejor a las etnias de Amazonas.
Algunas personas nos han preguntado de qué trataba la capacitación, aprovecharé este medio para explicarles un poco:
Trabajando en unas láminas para presentar un método de lectura y escritura


En primer lugar, se trata de un diplomado universitario auspiciado por una universidad autónoma de Venezuela.
El grupo de estudiantes y algunos de los facilitadores
En cuanto a la temática del mismo, trata temas relacionados con la educación en contextos indígenas, el marco legal, la alfabetización en la lengua materna, métodos para desarrollar materiales de lectura y escritura en los idiomas vernáculos, etc., siempre partiendo de que la educación en la lengua materna del educando juega un papel vital en la formación de buenos lectores, que se convertirán (es el objetivo) en ávidos lectores de la Biblia (cuando esté disponible) y en escritores en sus propios idiomas para el beneficio de sus comunidades.
                Apenas concluimos la primera parte del programa. Ahora tenemos tareas para hacer, y luego volver el año próximo para la fase final.
                Por el momento, oramos a Dios que nos dirija en las formas que podemos darle uso inmediato a lo aprendido.

                Gracias por acompañarnos en esta aventura de servir a Dios.